lunes, 21 de marzo de 2011

La elección del candidat@: diferencias conceptuales





Es cierto que la prensa remueve el tema de la sucesión de Zapatero porque es un tema que vende. Que vende en una España tristemente acostumbrada al morbo, a la incertidumbre y a las decisiones poco consensuadas que impacten a la masa; pero hace bastante tiempo que en el PSOE la elección de un candidato se aleja de este sistema a dedo o de cuaderno azul del que tanto presumían otros hace relativamente poco.

Que Zapatero se presente o no es justo que lo decida él, ya que su proyecto fue el que ganó las elecciones en 2004 y el que revalidó victoria electoral en 2008. Pero más allá de esa opción fruto de su iniciativa y proyecto político (no entró a valorar cualitativamente los logros o fracasos de su política, pues esto mismo sea quien sea el candidat@ a las generales lo evaluarán los españoles-as) existe un mecanismo dentro del partido por el cual cualquier candidato que reuna los avales necesarios puede concurrir a un proceso interno de elecciones primarias por el cual puede presentar su proyecto, sus ideas y sus argumentos para hacer de la opción socialdemocrata un gobierno progresista y de respuesta a los problemas de los ciudadanos.

Hoy, que todas las encuestas hablan de castigo electoral al presidente a través de las próxima municipales, es un buen momento para reflexionar como llegó Zapatero a la secretaría del PSOE y es que a veces se obvia el proceso de primarias que se abrió tras el poco éxito electoral de Joaquin Almunia y al que concurrieron figuras socialistas como el presidente del Congreso, José Bono o la actual diputada de UPyD, Rosa Díez. José Luis R. Zapatero ganó las primarias contra todo pronóstico, de la prensa y de los principales analistas políticos, pero se impuso porque presentó un proyecto coherente en el que trazo las siguientes líneas preferentes:

# Construir una sociedad que acepte a todos los inmigrantes.
# Dar prioridad a la educación y crear empleo estable.
# Dar a los padres más tiempo para pasar con sus hijos y cuidar a los ancianos.
# Promover la cultura.
# Convertir a España en un país admirado por ayudar a los más necesitados.
# Ayudar a éstos con iniciativas de calidad.
# Fomentar la democracia, adecentar la política y promover los valores por encima de los intereses coyunturales.

Estas iniciativas tomadas en el seno de Nueva Vía (la corriente que junto a Jesús Caldera entre otros) promovía un enfoque más centrista del partido y junto al apoyo del PSC hizó que ganara las primarias y se colocara como eje del nuevo proyecto socialista, un proyecto de base con una idea clara de España.

Hoy, en plena crisis y desgraciadamente con el mayor número de parados de nuestra historia, el gobierno se afana en demostrar a los españoles-as que las medidas que se están tomando van en buen camino (como afirman socios tan reacios a las buenas noticias como Alemania o el FMI), pero también promulga leyes alejadas del consenso y que han supuesto uno de los mayores recortes sociales de la democracia española.

No dudo en la buena voluntad de Zapatero y de su trabajo e interés diario por sacar a España de una crisis que afecta de forma general a muchos países, pero es hora de reflexionar y postular la opción socialista como un elemento de progreso, en el que no tengan cabida ni cargos vitalicios, ni candidatos a dedo; sino que tal y como se hizo hace ahora 11 años se ofrezca un proyecto, una idea y una garantía de progreso lejos de frases y lemas arengadores de masas.

Debemos aceptar las críticas, corregir los errores y depurar responsabilidades porque a día de hoy, la principal alternativa política de España, sin proyecto conocido, sin ideas debatidas o argumentos para salir de la crisis, se ve ganadora y como en 2004, no va a ganar por sus méritos, sino por los errores del partido que gobierna que debe hacer una reflexión sobre lo conseguido y lo perdido; reflexión que el PP convirtió en su congreso de Valencia en un enfoque de baja intensidad que tenga en los altavoces nediáticos el eco que sus representantes no asumen por miedo a una nueva derrota.

Con un proyecto se puede ofrecer una alternativa, con un nombre lo máximo que se podrá conseguir es ser Consejero en la Comisión Europea.

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