miércoles, 28 de enero de 2009

De madrugones y numeros de espera

Buenos días, ¿quién es el último?. Muchas gracias y a continuación piensas, mierda son las 7:45 y ya hay 50 personas por delante tuya...¿Vienen los Rollings a Huelva?, ¿entradas gratis para el Madrid?, ¿viene a firmar autógrafos Almudena de GH?....no señores y señoras no, simplemente es un Miércoles más de finales de Enero y estas en la cola que se forma a diario en la puerta del S.A.E (antes INEM y por tod@s conocidos como "El Paro").

La verdad he de reconocer que por más que me soprendo cada día que voy, llega un momento en que intentas sacar todo el espiritu positivo que te queda tras haber asistido a un ERE, a un "lo siento no tenemos ventas", a un "hasta que mejore la cosa...", a un "hay te quedas con la cara que tienes..." y sacando fuerzas de flaqueza coges tu número 51 y te dispones a sentarte en una de esas sillas de plástico que a diario recibe las posaderas de gente que no se resigna a ser un número más en las listas que orgullosamente muestran cada cierto tiempo los informativos.

Tú piensas, no, no, yo estoy aquí por primera vez y no tardaré en encontrar algo, joder he estado mucho tiempo currando pa esto...y miras a tu lado y ves a Manuela, 37 años, trabajó de administrativa los últimos 8 años para una immobiliaria, tiene hecho el antiguo FP de la rama de administración y también ha hecho más de 50 cursos de FPO, desde atención al cliente hasta cerámica y alfarería.

Manuela piensa lo mismo, ella no puede estar parada, tiene que salir adelante, se le acaba la prestación del año y tiene que trabajar sea como sea. Yo la miro sin darme cuenta que ella se me queda también mirando con extrañeza y me pregunta ¿nos conocemos?, no, no le digo yo, no creo. Ella se me queda mirando pensativa y manoseando el Currículum que siempre trae cuando viene al Paro me dice que mi cara le suena, que si no habré comprado un piso por Peguerillas hace un tiempo. No la verdad es que no, ni en Peguerillas, ni en Uzbekistán (pienso para mi). Ella se extraña pero me pregunta que número tengo; se lo enseño y ella me dice que hay que venir más temprano, que hay gente que viene a las 6 de la mañana a guardar la cola. Ella llegó a las siete menos cuarto y ya tenía gente por delante.

Educadamente le digo que tiene razón y ella asiente con la cabeza, afirmando que ella ya lo sabía, que no era la primera vez que venía, desde Septiembre ya se ha venido más de 10 veces y ninguna para una entrevista u oferta de empleo. Me dice que es mejor buscarse la vida que venir aquí, pero que no queda otra si quieres que te llamen alguna vez. Yo, iluso de mi, le digo que bueno que eso dependerá del CV de cada un@ y de las ofertas que haya en el momento. Ella me mira una vez más con una mezcla de pena y resignación y suspira. Me dice que aún me queda un buen rato, que me puedo ir a desayunar tranquilo que por lo menos hasta dentro de 2 horas no me tocará.

Le hago caso, al fin y al cabo, Manuela sabe de lo que habla, aún recuerda cuando venía a entregar las altas laborales que hacía su empresa cuando se vendían casas como kebabs y el tiempo que tardaban en procesar los datos más nímios. Al salir me encuentro con un antiguo compañero que también ha llegado tarde y tiene diez números por encima mía. Me alegra verle y le invito a desayunar para que me cuente que le ha pasado, la última vez que lo ví, hace un año, estaba muy bien, le habían ascendido y se había comprado un piso en la zona de Pescadería.

Mientras esperamos el manchado y la 1/2 con aceite y tomate, me dice que la empresa ha recortado más de la mitad de la plantilla y que han pasado de más de 80 empleados a poco más de 20. Que él nunca se esperó que le pasara esto, pero que es optimista y no se resigna, si las cosas no le salen, pone su casa en venta y se va a Madrid. Yo le animo, le digo que no va a tener problemas, que él tiene experiencia y es joven, que busque y no deje pasar oportunidades. Miro el reloj, han pasado 40 minutos y creo que es mejor volver, pero de paso voy a comprarme el periódico, así si al menos Manuela se ha ido podré entrenerme leyendo algo.

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